Principal

Diario YA


 

Eso ha revivido la madrileña plaza de Cibeles este Domingo Pascual de la Divina Misericordia

LA CIBELES DE MADRID SE CONVIERTE EN EMAÚS

Fidel García Martínez . Uno de los relatos más entrañables y emocionantes de los encuentros-apariciones de Jesús Resucitado con los discípulos incrédulos que aún no había, admitido la fe en la Resurrección, hasta que el Señor se lo comunicó en Persona y e n otra dimensión, porque iban a buscarlo muerto en el sepulcro, cuando ya había resucitado, por lo que el cuerpo glorioso no podía estar en vuelto en sudarios.   Y el sepulcro vacío no es una prueba de la Resurrección sino un efecto de la misma. La Resurrección es cuestión d Fe, no de experimentos incrédulos. En la Resurrección quien toma la iniciativa es siempre Jesús, ante la emoción y la incredulidad inicial de los Apóstoles.
 Sor María Jesús de Agreda en su maravillosa Ciudad Mítica de Dios, con sus habitual emoción y admirables conocimientos de los textos evangélicos, comenta el encuentro con los dos discípulos tristes y derrotados de Emaús: los que iban la tarde del miércoles de Jerusalén a Emaús, aldea que distaba cuatro millas, casi dos leguas; 5.540 Km. Uno se llamaba Cleofás, el otro piensa Sor María de Jesús que podría ser el mismo San Lucas autor del relato. Ambos discípulos iban comentando los acontecimientos últimos de Jerusalén en los que Jesús, su querido Maestro, había sido crucificado. En medio de su derrotismo y tristeza le sale al encuentro el mismo Resucitado en hábito de peregrino quien se les pregunta después de saludarlos - ¿De qué habláis, que me parecer os veo entristecidos? Respondió Cleofás-: ¿tú eres peregrino en Jerusalén y no sabes lo que ha sucedido estos días en la ciudad? - Dijo el Señor-: Pues ¿qué ha sucedido? - Replicó el discípulo: - ¿No sabes lo que han hecho los príncipes y sacerdotes con Jesús Nazareno, varón santo y poderoso en palabras y obras, como ´lo han condenado y crucificado? Nosotros teníamos esperanzas políticas que habían de redimir a Israel resucitando de entre los muertos y se pasa ya el día tercero de su muerte y no sabemos lo que ha hecho.
Ante esta desesperación, el mismo Jesús les reprocha su incredulidad, pues no han entendido que convenía así, que Cristo padeciese esas penas y muerte tan afrentosa: Les fue explicando los misterios de su Pasión Muerte y Resurrección, todo según las Escrituras. Llegados a Emús- -continúa Sor María Jesús de Agreda- el Divino Maestro dio a entender que seguía su camino, pero ellos le rogaron con instancias quedara con ellos, porque ya era tarde. Convidado de sus discípulos se reclinaron para cenar juntos, conforme a la costumbre de los judíos. Tomó el Señor el pan y, como también solía, lo bendijo y partió dándoles con el pan bendito el conocimiento infalible de que era su Redentor y Maestro. Conociéronle, porque les abrió los ojos del alma y al punto que los dejó ilustrados se les desapareció de los del cuerpo y no lo vieron más entonces. Pero quedaron admirados y llenos de gozo, confiriendo el fuego de caridad que sintieron en el camino, cuando les hablaba su Maestro y les declaraba las Escrituras. Y luego sin dilación se volvieron a Jerusalén, ya de noche. Y contaron a los demás Apóstoles escondidos por temor a los judíos, todo cuanto en el camino les sucedió y cómo ellos lo habían conocido cuando les partió el pan en el castillo de Emaús.
Eso ha revivido la madrileña plaza de Cibeles este Domingo Pascual de la Divina Misericordia

 

Etiquetas:religión