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Diario YA


 

Dijo en el Día Nacional y de la Hispanidad: genocidio, resistencia indígena, no hay nada que celebrar

Mi alcaldesa en tonta...

Manuel Parra Celaya. Los lectores de mi edad recordarán que, cuando en nuestras aulas infantiles se ausentaba el maestro, siempre había algún rebelde o coñón que se apoderaba de la tiza y escribía en la pizarra “Fulano es tonto”. Como aún no se había inventado el acoso escolar ni la mediación, si Fulano se consideraba agraviado, retaba al grafitista a la hora del recreo o a la salida e intercambiaba con él un par de bofetadas; y aquí paz y después gloria. Claro que algunas veces la ingenua pintada era cierta porque Fulano era, en verdad, tonto de capirote. Como, por causa de la postmodernidad y del igualitarismo democrático, ya no hay maestros reconocidos ni en el campo de la cultura ni en el de la política, me voy a permitir escribir en este encerado periodístico la frase que encabeza estas líneas:

Mi alcaldesa –es decir, la de Barcelona, la señora Ada Colau- es tonta. Loa inquisidores de ese igualitarismo, devenido en dogmática religión secular, me van a avisar rápidamente de que esa señora obtuvo su cargo por los votos de un gran número de barceloneses y por ello ocupa el sitial de la Plaza de San Jaime; en este caso, como lo de “un hombre, un voto “siempre me ha parecido que hace agua por alguna parte, no me importa volver a la pizarra y escribir que también son tontos muchos de quienes la votaron (espero, eso sí, que no me reten todos a la vez a la hora del patio o a la salida del cole).

Esta señora es la que ha colgado en su twitter esas lindezas sobre el Día Nacional de España y de la Hispanidad: genocidio, resistencia indígena, no hay nada que celebrar, descolgándose además con un salivazo de colmillo contra el desfile militar, dice que por su alto coste. No la han ido a la zaga el alcalde de Cádiz y un presunto actor, “representante del mundo de la Cultura”, pero, como el primero me pilla un poco lejos y del segundo he tenido la inmensa suerte de no ver ninguna de sus actuaciones, me quedo con la señora Colau, mi alcaldesa. En principio, pensaba escribir este artículo ofreciéndole desinteresadamente información histórica y, de paso, formación. He cambiado de opinión sobre la marcha.

¿De qué me serviría evocarle las figuras de Melchor Cano o Antón de Montesinos, o la Controversia de Valladolid entre Juan Ginés de Sepúlveda y Fray Bartolomé de las Casas, o el testamente de Isabel la Católica, o las Instrucciones de 1556 sobre las guerras de conquista, o las Ordenanzas de 1573, o el conjunto de las Leyes de Indias; o hablarle de José Sarmiento de Moctezuma y de Tula, primer virrey mestizo, o recordarle la primera universidad, en Perú, en 1551 o la primera imprenta, en México, en 1535; o mencionar al Inca Garcilaso, si me imagino que nunca ha oído hablar de todo esto ni le interesa? La señora Colau, mi alcaldesa, se ha quedado, como la mayoría de progres, con cuatro tópicos arañados de la añeja Leyenda negra, que es como la Leyenda Rosa, pero en más tonto aún y con mayor mala uva. No sé cómo habrán sentado sus palabras a los miles de inmigrantes hispanos –que no latinos, por cierto- que llenan Barcelona, esos a los que la política inmersora y separatista de la Generalidad posponía a los de origen agareno; por cierto, que un buen número de esos hispanos asistieron el día 12 a la concentración de la Plaza Cataluña a favor de la unidad de España, desmintiendo con sus trazas inequívocamente mestizas la estupidez del supuesto genocidio.

Pero, insisto, ¿de qué va a servir informar a la señora Colau que Hispanidad es equivalente a Mestizaje, o de esa “raza cósmica” de la que escribió Vasconcelos, porque tampoco sabrá a qué me refiero? Por cierto, me encanta ir a comprar a una frutería cercana a mi domicilio regida por unos simpáticos peruanos de tez morena, y creo que he hecho buenas migas con ellos; me he de acordar de preguntarles su opinión sobre los twitters de mi alcaldesa, que también es la suya…

¡Pobre Barcelona, antigua ciudad abierta, culta y universal, cuyo pandero está en tales manos! Algo parecido están ya opinando muchos comerciantes y empresarios al respecto, y desconozco si algunos de sus entusiastas votantes de antaño. En general, ¡pobre España, incapaz de insuflar un poco de cultura y de sentido común a alcaldes y “artistas” de la progresía! O, mejor, ¡pobre pueblo español, que se debate eternamente entre la demagogia y la abulia, sea con votos o con garrotazos! Algún lector habrá que me eche en cara ser muy blando en el título o en el contenido de este artículo; pero es que, en el colegio, me enseñaron también desde pequeño a no proferir palabrotas…

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