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Diario YA


 

eberíamos hablar de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas

Rusia en la Segunda Guerra, realidad incorrecta

Colectivo Alborán. En puridad, deberíamos hablar de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), algo bastante distinto y más descriptivo de la realidad. Pero empecemos por los datos comúnmente aceptados de lo que representó la aportación rusa, englobando en esta palabra el del conjunto de la Unión Soviética.
El Esfuerzo Militar
En 1941 la URSS tenia movilizados más de cinco millones de hombres y un total de 240 divisiones (170 en la zona europea), siendo 61 de ellas mecanizadas. Disponía de casi 23.000 blindados y carros de combate, a razón de 375 cada una en plantilla, despuntando 1.200 T-34, entonces y durante mucho tiempo el mejor carro del mundo, y unos 400 KV-1 pesados, junto con unas 50.000 piezas de artillería y 12.000 aviones. La flota contaba con 4 acorazados, 8 cruceros pesados, 3 cruceros ligeros, 28 destructores y 109 submarinos.
A pesar de las gigantescas pérdidas iniciales, debidas en gran parte a que los comisarios políticos no creían en la guerra mecanizada y a que Stalin había “purgado” a los mandos más destacados en España y China, su poderío no dejó de incrementarse hasta los 12.400.000 combatientes en 1944, para acabar la guerra con 11.000.000. En 1945 eran 488 las Divisiones de Infantería y 35 los Cuerpos Blindados (15.000 carros y cañones autopropulsados). De 1941 a 1945, treinta millones de hombres y mujeres sirvieron en las fuerzas armadas soviéticas. Se estima que murieron unos 8.700.000, a los que hay que sumar de 100.000 a 150.000 fusilados por diversos delitos, alcanzando la enormidad de casi nueve millones, a la que hay que añadir las muertes de civiles hasta completar la cifra, generalmente aceptada, de más de 26 millones de muertos. Murieron 90 veces más rusos que yanquis, casi 70 veces más rusos que ingleses y 30 veces que franceses.
Según las versiones más aceptadas, se estima que la Unión Soviética fijó cerca del 80% del potencial alemán: 674 divisiones (508 de la Wehrmacht y 166 de sus aliados; aproximadamente la mitad en cada momento), y aniquiló o apresó  607; las fuerzas anglo-norteamericanas en África y Europa se enfrentaron con unas 176 divisiones, y los Aliados no abrieron el acordado con Stalin segundo frente en 1942, sino en 1944. En el Frente Oriental Alemania perdió tres cuartas partes de todos sus aviones, carros y artillería.
Como dijo Stalin, “Inglaterra puso el tiempo, Estados Unidos el dinero, y Rusia la sangre”.  Para Joachim von Ribbentrop, el que fue ministro de Asuntos Exteriores alemán, las principales causas de la derrota de Alemania fueron la tenaz resistencia soviética, la descomunal aportación de armamento y tecnología de los EE. UU., y la consiguiente supremacía aérea, además de naval.
Las peculiaridades de Rusia como como potencia militar
- “El Terreno y el Ambiente”: las enormes extensiones de la URSS, junto con la dureza del clima invernal, el “General Invierno”, con temperaturas por debajo de 50ºC, y el primaveral (Raputitsa), con los impresionantes barrizales del deshielo y las lluvias, junto con unos habitantes duros y muy numerosos, y sometidos a férrea disciplina, perfilaban un escenario muy difícil.
- El acertado enfoque que Stalin dio a la lucha, anteponiendo el patriotismo a la ideología comunista, hizo que la idea de la “Gran Guerra Patria” impulsara en los rusos una resistencia que no habían sido capaces de demostrar ninguno de los pueblos europeos derrotados por Alemania. No obstante, hay que considerar que los errores de Hitler, que despreció la política de atracción de aquél pueblo y su liberación del comunismo, facilitaron mucho las cosas.
- Fueron factores determinantes la táctica de “Tierra Quemada”; la superioridad material, gracias al poderosísimo complejo militar-industrial, y humana, por la movilización total (empleo de mujeres como aviadoras, francotiradoras, artilleras antiaéreas, conductoras de vehículos, etc) y desprecio a la bajas; la maestría artillera, los magníficos carros y las técnicas de maskirovka (ocultación estratégica y engaño).  
La Artillería rusa, organizada incluso en Cuerpos de Ejército independientes, concentrando rápidamente la mayor potencia de fuego en frentes reducidos, fue el arma que más bajas causó (mas del 60%). Contra la División Azul, en la Batalla de Krasni (Krasñi) Bor, el 10 de febrero de 1943, se emplearon, según fuentes rusas, cerca de 900 cañones y lanzacohetes, completados con morteros de infantería, en una preparación de más de dos horas, principalmente contra un frente de 10 kilómetros (unas 1.000 piezas por kilómetro de frente). Aquel “diluvio/huracán de fuego” (“Trommelfeuer”) o “tormenta de acero”, pulverizó el terreno nevado y helado, convirtiéndolo en un triturado paisaje negro y embarrado, de tal forma que en la actualidad aun es un terreno estéril;  en alguna compañía española causó hasta un 80% de bajas y en el conjunto el 50%; casi milagrosamente, aquel ataque fracasó. En el ataque a la línea Tannenber, en las colinas de Sinimed, entre julio y agosto de 1944, se alcanzaron densidades de 300 piezas por kilómetro de frente. En el avance hacia Berlín, el 16 de abril de 1945, en los Altos de Seelow (valle del Oder), hasta 350 piezas por kilómetro abrieron fuego simultáneamente; algo similar había tenido lugar el 9 de junio de 1944 contra los finlandeses en el Istmo de Carelia.
Una incorrecta matización
Al meritorio y trascendental esfuerzo soviético hay que aplicarle un coeficiente corrector de importancia: la ayuda sajona. La estadounidense a la Unión Soviética entre 1941 y 1945 ascendió a 18 millones de toneladas de material, por un total de 10 billones de dólares (120 billones $ actuales), siendo el 90 % de la misma no militar. Más de la mitad  de esa ayuda de Estados Unidos llegó a la Unión Soviética por Irán, a través del Golfo Pérsico, y el resto por el Pacífico, por Vladivostok,  siendo mucho menor lo recibido por Múrmansk, por el Atlántico Norte. Tras el ataque japonés a Pearl Harbor, en diciembre de 1941, los barcos estadounidenses navegaron con bandera soviética. Esta ayuda, fundamentalmente “civil” y moral, permitió a la Unión Soviética sostenerse tras los primeros meses de derrotas, en una situación en la que Stalin veía la guerra perdida y el mariscal Zukov era muy poco optimista.
El material bélico recibido por la Unión Soviética (Ley de Préstamo y Arriendo) fue el siguiente: unos 11.000 carros, a razón de  5.230 yanquis (de 7.050 enviados), 4.260 ingleses (de 7.000 enviados), 1.190 canadienses (de 1.380); más miles de vehículos (8.300 Jeep, casi 300.000 camiones Studebaker, GMC, etc), coches blindados y semiorugas. 21.000 aeronaves (4.720 cazas Airacobras, etc). 1 acorazado, 8 destructores, 4 submarinos y numerosas pequeñas unidades.
Más incorrecciones: Polonia, Países Bálticos, Finlandia, Irán.
Pero, ¿cómo pudo llegar la ayuda a través de Irán?. Pues, sencillamente, porque el Imperio Británico y la URSS invadieron Persia en agosto-septiembre 1941, apenas pasados dos meses de la Operación Barbarroja, ante la cómplice anuencia de USA. El Tío Sam quería ayudar al Uncle Joe (“el gran caudillo Stalin”, según el tratamiento oficial) por encima de cualquier “nimiedad”.
Pero no fue esta la única invasión por las buenas que hizo la URSS en la Segunda Guerra Mundial. Tras su inicio oficial el 1 de septiembre de 1939 con el ataque de Alemania a Polonia, apenas dos semanas más tarde los soviéticos también la invadieron de acuerdo con el Pacto Ribbentrop-Mólotov, firmado en Moscú el 23 de agosto de 1939. Este pacto llevaba anejo que Finlandia y los Estados Bálticos (Estonia, Lituania y Letonia) quedaban a manos de Moscú.  El 30 de noviembre Finlandia fue atacada (Guerra de Invierno), el 14 de junio de 1940 el Ejército Rojo invadió Letonia y casi a la vez Lituania y Estonia. Pues bien, así como Polonia fue casus belli para Alemania no lo fue para la URSS, como tampoco Finlandia, Estonia, Lituania y Letonia. Por supuesto, tampoco Irán.
Katyn, el Holocausto alemán y el Telón de Acero
Entre 3 abril y 19 mayo de 1940 fuerzas de la NKVD soviética asesinaron en Katyna casi 22.000 polacos, la mayoría militares y policías, pero también civiles e incluso mujeres y niños. Estas matanzas se ampliarían en 15.000  más en otros lugares. El 13 de abril de 1943 radio Berlín anunció el descubrimiento de Katyn. Una comisión de la Cruz Roja Internacional, acompañada, como testigos, de prisioneros de guerra aliados, dictaminó en mayo, sin ningún género de dudas, que los asesinos habían sido los comunistas soviéticos. Dos oficiales norteamericanos prisioneros lo confirmaron, de forma secreta y cifrada, de forma que los sajones no deberían haber tenido dudas tampoco; pero, por el contrario, el Gobierno inglés quiso echar tierra al asunto y Churchil presionó al General Sikorsky, el primer ministro del Gobierno Polaco Libre, para que hiciera lo mismo, mientras que el presidente norteamericano Roosevelt guardaba un silencio cómplice y Rusia rompía relaciones con Polonia. Todo acabó con el más que probable sabotaje al avión de Sikorsy por parte del servicio secreto inglés, muriendo el polaco justo al despegar de Gibraltar la noche del 5 de julio de 1943: “no cabe la menor duda de que fue un acto de sabotaje” llegaría a decir el luego Secretario de Estado americano Summer Welles. La guinda la puso el Proceso de Nüremberg, pues,  según sus Estatutos, los informes de las “comisiones de encuestas” aliadas tenían el valor de prueba, y el informe ruso sobre Katyn acusó a los alemanes, acusación que fue, con todo descaro, admitida, al menos inicialmente; esto demuestra, por otra parte, la escasa  fiabilidad del juicio. El 13 de abril de 1990, Boris Yeltsin admitió oficialmente la responsabilidad de la URSS.
Se ha hablado, y se sigue haciendo hasta la saciedad, de la intrínseca maldad alemana en aquella guerra, y de los sufrimientos que generó, pero se silencia el genocidio al que los Aliados al respecto, bien por los bombardeos, la ocupación y la represión posterior (también por parte de los “occidentales”). Rusia tuvo y tiene en este silencio especial trato, dado que gozó de manos libres, siendo millones las muertes y violaciones de alemanes desde que invadió Prusia Oriental. Illya Ehrenburg, el judío Jefe de la Propaganda Soviética durante la guerra, lanzó públicas arengas diciendo: “¡Soldados del Ejército Rojo, arrancad por la violencia el orgullo racial de las mujeres alemanas!...¡Violad, destruid, matad! … Alemania es una puta. Estamos en Alemania. Las ciudades arden y me siento feliz. Los alemanes no tienen alma”, etc. Se calcula que más de dos millones de mujeres alemanas fueron violadas (más de 100.000 en Berlín, suicidándose el 10%). Y eso lo testimonian incluso  Anthony Beevor (Berlín: The Downfall, 1945), y el Premio Nobel Alexander Solzhenitsyn, quien fue capitán del Ejército Rojo (“todos nosotros sabíamos muy bien que si las niñas eran alemanas podían ser violadas y luego disparadas; esto era casi una distinción de combate”). Pues bien, en ese contexto hay que ver la anormal dejación de Eisenhower (judío de origen alemán) facilitando que Stalin (judío, casado sucesivamente con tres judías) ocupara la mayor parte de Alemania y media Europa. El General Patton no lo entendió y su protesta, seguramente, fue la causa de su extrañísima muerte. Por cierto, Ilya Ehrenburg fue uno de los primeros que habló (en diciembre de 1944, aunque hubo otros antes), incluso antes de la liberación del campo de trabajo de Auschwitz, de seis millones de judíos muertos.
Para algún lector resultará cargante la reiterada mención a los judíos, pero es que, sin ser el sionismo el motor o la causa de todo, sí ha tenido una especial intervención en muchos acontecimientos. Churchill, que tuvo una abuela judía, dijo en sus memorias que  “el crimen imperdonable de Alemania antes de la 2ª Guerra Mundial fue su intento de aislar su poder económico del sistema de comercio mundial y crear su propio mecanismo de cambio, que le negaría beneficios a la finanza mundial”. De hecho el Congreso Mundial Judío había declarado la guerra a Alemania mucho antes de que esta invadiera Polonia, como apareció en la prensa de los años treinta. Por otra parte, la URSS, y el socialismo en general, fue, en gran medida, fruto de la “inteligencia” judía (la mayoría de los líderes de la Revolución de Octubre fueron judíos). Estos enfoques pueden aclarar mucho el origen y desarrollo de la Segunda Guerra Mundial… y de la Gran Guerra, si tenemos en cuenta las “Cartas de Pike y Mazzini (1870-71)”, que estuvieron expuestas en la Biblioteca del British Museum; ciertas o falsas lo que está claro es que el resultado de la 1ª GM fue la muerte del Imperio Austro-Húngaro, heredero del Sacro Imperio Romano, y de la Rusia de los Zares, desapareciendo así las dos grandes potencias cristianas, mientras que de la 2ª GM surgió un Comunismo dominador de medio mundo sobre las ruinas de la Austro-Hungría y Rusia.
 Colectivo Alborán[*]. [*] ‘Alborán’ lo forma un grupo de altos mandos del Ejército español, retirados y en activo, que cuentan con una cualificada experiencia militar y una notable preparación académica. A todos ellos les une un denominador común: el amor a España y la preocupación ante los acontecimientos que vive nuestra nación.
 

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